Las escamas del Pirarucu (Arapaima gigas), uno de los peces de agua dulce más grandes del mundo, pueden deformarse pero no se rasgan ni se rajan cuando recibe ataques de pirañas, cuyas mandíbulas se cuentan entre las más poderosas del reino animal.
El Pirarucu puede alcanzar una longitud de entre 3 y 4,5 metros. Este pez, que necesita salir a la superficie para respirar, puede llegar a pesar unos 200 kilogramos y su hábitat es la región amazónica de Brasil, Guyana y Perú.
Esta característica del pez gigante de la Amazonía llamó la atención de los ingenieros que trabajan en el desarrollo de armaduras y blindajes sintéticos, como los que se usan en los chalecos antibalas hechos con varias capas de tramas flexibles entre láminas de plástico duro.
“Las escamas de los peces son armaduras dérmicas naturales
muy eficientes que los protegen de los predadores sin impedir su flexibilidad”,
indicó el estudio y asegura que imitando su diseño en la ingeniería de
materiales puede llevar a crear blindajes livianos y mejores.
Pez gigante de la Amazonía posee un blindaje natural
Los científicos de la Universidad de California en San
Diego y en Berkeley encontraron que las escamas del Pirarucu tienen una capa
interior resistente pero flexible adherida por colágeno a otra exterior
mineralizada.
El estudio revela que otros peces usan el colágeno de la
misma manera que lo hace el Pirarucu, pero las capas de colágeno en las escamas
de este gigante de los ríos es más gruesa que en cualquier otra especie.
Mientras que las defensas fabricadas por los humanos
emplean un tercer material como adhesivo, las escamas del pez están ligadas a
nivel de átomos y crecen juntas tejiéndose en una pieza sólida única.
Robert Ritchie, un científico de materiales en Berkeley y
autor principal del estudio, puso el ejemplo de una ventana que “puede parecer
fuerte y sólida, pero no tiene elasticidad para ceder. Si algo la golpea, el
vidrio se rompe”.